martes, 23 de febrero de 2016

NUEVA CRONICA DE UN MARATON, esta vez tocaba Sevilla



La carrera

Sevilla, nueve de la mañana del 21 de febrero de 2016, los nervios a flor de piel y en la megafonía sonando a todo volumen el “Highway to Hell” de AC/DC como señal de lo que está por venir. Mientras tanto trece mil gargantas iniciamos una emocionante cuenta atrás, “seis, cinco, cuatro...”

Son los momentos previos a la salida del maratón de Sevilla, una vez más me encuentro frente a los temidos y a la vez deseados 42.195 metros de asfalto y aunque junto con otros trece mil corredores más, como siempre habrá que enfrentarlo en soledad.

Con Mario del CdC antes de la salida

Esta nueva aventura empezó hace catorce semanas, tras la inscripción en la carrera tocaba afrontar un largo periodo de entrenamientos con mucha ilusión y no poco esfuerzo.

Al contrario que en maratones anteriores, las dos primeras semanas de preparación no fueron todo lo ilusionantes que cabía esperar, simplemente entrenar y punto. Pero poco a poco el gusanillo del maratón empezó a hacerse notar, buenas sensaciones en los entrenamientos, más kilómetros e intensidad hicieron que el reto pareciera cada vez más cercano y motivante.

Fueron pasando las semanas y tanto física como mentalmente cada día me sentía más fuerte. Salían muy buenos ritmos en las series, siempre muy cómodo con las tiradas largas y sobre todo disfrutando que al final es de lo que se trata. Los días de descanso servían para recuperar fuerza y afrontar así los entrenamientos que estaban por venir, que no eran pocos ni suaves.

Durante estas catorce semanas, como es inevitable por otra parte, también hubo momentos no tan buenos, dudas en cuanto a si los ritmos de entrenamiento eran buenos o no, molestias que iban y venían y hacían aparecer el miedo a las lesiones, dificultades a la hora de cuadrar horarios para poder entrenar, rodajes con no tan buenas sensaciones..., pero al final de cada entrenamiento estaba la respuesta a esas dudas y temores y siempre era la misma, merece la pena intentarlo.

Han sido 1027 largos kilómetros de entrenamientos que me llevaron a Sevilla, donde os había dejado antes con una emocionante cuenta atrás, “...tres, dos, uno” y a poner la maquinaria en marcha. Primeras zancadas y por delante tres horas largas de carrera, el objetivo deportivo bajar de 3 horas 15 minutos, pero en el momento de cruzar la línea de salida lo único que pasa por mi mente es llegar a meta y no sufrir en exceso, digo en exceso ya que sufrir en un maratón es inevitable.

En esta ocasión he decidido correr un poco por sensaciones, sin ir pendiente, o al menos muy pendiente, de los ritmos de carrera. Los primeros kilómetros van pasando y noto que voy un poco más fuerte de lo previsto, pero decido seguir ya que me encuentro cómodo con ese ritmo. Llego así al kilómetro seis de carrera junto a la Maestranza de Sevilla, donde me espera María que con sus gritos de ánimo me da ese empujón de moral tan necesario en una carrera tan larga. En ese punto tomo el primer lap y me sale un ritmo medio de 4:25, diez segundos por kilómetro menos de lo previsto pero mi cabeza dice que siga y le hago caso.

Sigo avanzando y pasando kilómetros, ni rastro de molestias y el ánimo por todo lo alto. Los aplausos y el griterío del abundante público hacen que me venga arriba y pueda mantener el ritmo sin dificultad, más bien al contrario, me tengo que ir “frenando”. Llega el kilómetro doce, nuevo lap y ritmo medio 4:27, todo va bien.

Mi cabeza piensa ya en el kilómetro 17 donde me espera nuevamente María, sabía que verla me daría más fuerzas de las que ya llevaba. Pero al igual que mentalmente es importante el apoyo y ver a los tuyos, no verles también tiene su efecto, con toda la gente que había ni yo la vi ni ella a mi, durante los dos siguientes kilómetros el ritmo no decayó pero debo reconocer que me quedé un poco “frío” y con cierta inquietud. Aún así la maquinaria estaba engrasada y seguía funcionando perfectamente, nuevo objetivo llegar a la media maratón que crucé en 1:33:44, más o menos a 4:28 el kilómetro.

Fue en ese punto cuando más dudas tuve sobre que ritmo llevar, la cabeza me pedía por un lado apretar un poco pero por otro me decía que aún quedaba mucho maratón por delante y quién sabe si el famoso hombre del mazo estaba por ahí de guardia. Mi duda era si esos primeros veintiún kilómetros más rápidos de lo previsto me irían a pasar factura más adelante, así que decidí aflojar un poquito ajustándome al ritmo que inicialmente tenía en mente, más o menos 4:35.

Llegué así al kilómetro treinta y tres con un ritmo medio de 4:29, muy buenas sensaciones y sin rastro de problemas, salvo un par de paradas para “deshidratar”, ya me entendéis. Esto fue consecuencia de “repostar” agua e isotónicos en casi todos los avituallamientos y combatir además así el sol y el calor que ya empezaban a apretar un poquito. Me salvó la decisión de llevar gorra.

Desde ese punto de carrera decidí aflojar otro poquito, o poquillo como dirían por Sevilla, por miedo a lo que aún quedaba y sin duda también por lo que ya había dejado atrás y que empezaba a hacer mella en las piernas. Empecé entonces a tomar laps con más frecuencia, cada dos kilómetros, para comprobar que tampoco me estaba relajando en exceso. Se sucedieron varios parciales por encima de 4:40 que me vinieron muy bien para recuperar un poco de energía, ayudado también por los avituallamientos sólidos, unos riquísimos trozos de plátano a esas alturas son un manjar y una enorme fuente de energía.

Con fuerza y enormemente motivado encaré los últimos tres kilómetros, el cuarenta y uno a 4:31 y disfrutando, no se podía pedir más y entonces apareció nuevamente María, esta vez si nos vimos y fue el aliento perfecto para entrar en el Estadio Olímpico de La Cartuja y cruzar la línea de meta en un tiempo de 3 horas 12 minutos y 37 segundos.
Era mi quinto maratón, pero cruzar la meta sigue siendo igual de emocionante que el primero, prueba de lo duro que es tanto el maratón como la preparación del mismo.
En resumen ya puedo decir que este ha sido además de mi maratón más rápido, en el que más he disfrutado por lo bien que me he sentido durante todo el recorrido. Con el lógico cansancio que provoca correr 42 kilómetros y 195 metros, pero controlando en todo momento y sin sufrir en exceso, así que prueba superada.


El Cachondeo

Además de lo deportivo, el maratón conlleva otro tipo de cosas, viajes, preparativos y mucha diversión. En esta ocasión tocaba Sevilla y la verdad que no nos defraudó, una gran ciudad y menudo ambientazo. Mucha caminata y visita cultural, callejear todo el día y por el camino unas cuantas tapas y cervecitas bien frías que no todo va a ser correr. Además este fin de semana jugaba el Sporting contra el Betis así que gran ambiente rojiblanco por las calles, como no podía ser de otra manera y un punto para la mochila.


Los amigos del running

No me quiero olvidar de mis amigos del Club del Corredor del Grupo, especialmente de Mario y de Toni. El primero terminó también el maratón de Sevilla con un tiempazo, mejor de lo que esperaba. De todas formas viendo como habían ido los entrenamientos ya contábamos con ello.
Toni con peor suerte, se nos lesionó a falta de cuatro semanas y al final no pudo participar, de todas formas nos acompañó en Sevilla cosa que se agradece y además sabemos que el “veneno del maratón” corre otra vez por sus venas y en cualquier momento nos anunciará nuevo reto, pero por ahora toca recuperarse, que ya habrá más ocasiones.
Del resto de miembros del Club del Corredor, poco más puedo decir que no haya dicho ya en anteriores entradas del blog. Han estado siempre ahí apoyándonos, dándonos ánimos y lo que es mejor entrenando con nosotros. Madrugando sin necesidad, dándose palizas de rodajes sin que les tocase y siempre con humor y buena sintonía. Como muestra de su apoyo, los más de 100 mensajes de whatsapps que nos esperaban al cruzar la línea de meta. GRACIAS DE VERDAD.

Tampoco me olvido de Luis, que con sus consejos nos ha llevado a cruzar la meta y de que manera además.


La organización

De la organización del maratón simplemente decir que fue estupenda, la recogida de los dorsales, la salida y las atenciones durante todo el recorrido fueron inmejorables, tan solo una pequeña queja constructiva que espero pueda servir para mejorara en próximos años y es que el transporte tanto desde el centro de la ciudad a la salida como de la meta a la ciudad fue pésimo.

Se organizaron autobuses lanzadera que en ningún momento pensaron en los que nos alojábamos en la zona histórica, así que tocó pagar taxi y gracias que lo encontramos. A la vuelta más de lo mismo, si volvíamos en las lanzaderas los acompañantes no nos podían acompañar y además de que en mi caso me dejaban bastante lejos del hotel y digo bastante lejos sin exagerar y yo estaba en el centro histórico, no en la periferia. Creo que tras el esfuerzo realizado lo mínimo era tener previstos desplazamientos a diferentes zonas de la ciudad, sobre todo teniendo en cuenta que tanto la salida como la meta estaban muy lejos de la zona centro.


De todas formas insisto en que es una crítica constructiva y que por lo demás la organización fue de diez.

La despedida


Ahora ya si que me despido y como no podía ser de otra forma hoy también os digo que PROMETO ENTRENAR, aunque de momento habrá que descansar unos días.

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